
La censura puede ser explícita, como una ley que se aprueba para impedir que cierta información sea publicada o difundida (por ejemplo, en Australia en teoría la legislación es de las más restrictivas del mundo occidental, si bien no se aplica; o en mayor medida en China, donde no se permite la entrada de ciertas páginas Web), o en la forma de intimidación gubernamental(como la llevada a cabo por EE.UU a numerosos artistas e intelectuales con ideas comunistas en los sesenta) o hasta la censura popular, en donde la gente tiene miedo de expresar o apoyar ciertas opiniones por temor a perder su vida, trabajo, posición en la sociedad, en o la academia, su credibilidad académica.
La censura es un aspecto típico de las dictaduras y otros sistemas políticos autoritarios. En los países democráticos es generalmente mucho menos institucionalizada, ya que en estos países se le da mucha importancia a la libertad de la expresión.
Ciertos pensadores consideran que los nuevos métodos de la censura incluyen otras tentativas de suprimir perspectivas o ideas, como la propaganda, la manipulación de los medios de comunicación, la política de spin, o la desinformación. Estos métodos, colectivamente, funcionan diseminando información engañosa, lo cual hace menos receptivo el público a otras ideas.
Otros señalan como censura la supresión de acceso a los medios de diseminación por agencias gubernamentales, los medios de comunicación, y últimamente en los foros de discusiones, por ejemplo un periódico que no publica comentario con el que no está de acuerdo la editora, o una sala de conferencias que no se deja alquilar a un orador en particular. Esta posición es debatida por otros: Para Ayn Rand (opuesta a cualquier tipo de censura gubernamental), la negativa de un editor a publicar a un autor, de un dueño de cadena televisiva o de radio a permitir la expresión de determinadas opiniones o del dueño de una sala a permitir una determinada conferencia no puede llamarse en modo alguno como "censura", sino que es un derecho legítimo del dueño a determinar el uso de sus bienes, consecuencia lógica del derecho a la propiedad. Las contradicciones de su posición surgen de su rechazo de las licencias de monopolio que otorga el Estado en el campo de las emisoras radiales y televisivas y la financiación estatal de las artes.